La logística urbana en América Latina
Seguir a @rdfioravanti
Hace unos días empecé mi presentación en una conferencia diciendo que cuando estaba manejando camino al evento ¡descubrí que yo odiaba los camiones! Algo sorprendente para alguien que trabaja en el sector de transporte y logística desde hace más de 15 años, ¿verdad? Fue también un comentario un tanto arriesgado tomando en cuenta que la audiencia estaba formada en su mayoría por representantes de empresas de transporte…
Yo no odio mi trabajo y tampoco soy suicida. Al contrario, ¡amo lo que hago!
Mi punto en esa presentación y lo que quiero hacer aquí es señalar que cuando estamos manejando, especialmente en la ciudad, y nos encontramos detrás o delante de un camión, no resulta una experiencia agradable. Si estamos detrás, no sabemos dónde van a parar; si estamos delante, sentimos que nos van a pasar por encima; y si están parados, ocupan las vías… Creo que estamos de acuerdo en que incluso al más apasionado por los camiones no le va a gustar una situación semejante.
¿Por qué? Lo que pasa es que los camiones están allí por un motivo. Están allí porque queremos nuestro pan caliente, queremos tener nuestras verduras frescas, queremos acceso a la última moda en la tienda de la esquina. ¿Estamos dispuestos a dejar eso para vernos libres de los camiones? No creo. Lo que nos queda es conseguir que el flujo de vehículos de carga en la ciudad sea más eficiente y menos disruptivo y a eso lo llamamos logística urbana. ¡La logística urbana es importante, es cara y es compleja!
Es importante porque está presente en nuestro día a día, impactando en nuestra movilidad pero al mismo tempo moviendo nuestra economía.
Es cara porque se estima que los costos logísticos de la última milla, o sea los costos para entregar el producto al consumidor final, pueden significar de 20 a 30 % de los costos logísticos totales incluso cuando tomamos en cuenta que el producto en concreto viene, por ejemplo, desde Asia.
Es compleja porque involucra a diversos actores con intereses distintos. Tenemos a los fabricantes y a los transportistas que tienen que reducir costos y atender a sus clientes; a los minoristas que quieren más entregas y más rápidas; a los conductores individuales como nosotros, que no quieren la congestión; y a los usuarios que quieren las ventajas de nuestra vida moderna pero tampoco quieren encontrar los camiones de carga en su camino a casa.
Las políticas públicas tradicionales que se han aplicado en nuestra región para solucionar los problemas de logística urbana han sido básicamente restrictivas, es decir, orientadas a impedir que vehículos de carga entren a ciertas áreas en horas pico, buscando generar resultados rápidos en términos de mejora de movilidad pero con impactos económicos muy grandes. Por eso es necesario contar con una política integral y una visión amplia del tema que considere los aspectos económicos, sociales y ambientales.
Algunas ciudades ya están encontrando soluciones inteligentes para el tema. Entre ellas tenemos ciudades europeas donde hay transportistas autorizados sólo a ingresar a ciertas zonas, lo que permite la consolidación de carga y la utilización de menos vehículos. En otras ciudades hay centros de distribución urbanos que tienen la misma función. También se han contemplado sistemas de entregas nocturnas y vehículos alternativos, prácticas que contribuyen con la mejora de la eficiencia logística en los centros urbanos.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) financia actualmente un estudio en Curitiba y dirige diálogos en otras ciudades de la región con el objetivo de integrar políticas para la carga dentro de los planes de movilidad urbana. El tema entra definitivamente en la agenda del BID y de las ciudades. Veremos en los próximos años acciones integrales de movilidad urbana y logística con unos resultados revolucionarios.
Este es el tercer post de la Serie Costos Logísticos.