En la economía moderna, las actividades productivas se organizan en cadenas de suministro. Las mismas comprenden al conjunto de actividades que abarca desde el diseño de un producto o servicio, hasta su entrega o prestación a los consumidores finales. Dichas actividades son llevadas a cabo por diferentes actores, incluyendo a proveedores de insumos y servicios, fabricantes, transportistas y prestadores de servicios logísticos, distribuidores mayoristas y minoristas y clientes finales. Actores externos tales como el sector público, las organizaciones del sector privado y la academia crean, junto con el marco regulatorio, el clima de negocios en el cual operan las cadenas de suministro. Debido a la interdependencia de actores y procesos para lograr que los diferentes productos se encuentren disponibles en la cantidad, calidad, lugar y momento solicitados por el cliente final, la competitividad de una economía ya no depende del accionar de una empresa a nivel individual, sino del desempeño eficiente de todos los actores y procesos que conforman una cadena de suministro.
Las nuevas tecnologías digitales, como el Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés), la robótica y la inteligencia artificial, prometen generar mejoras sin precedentes en la articulación y desempeño de las cadenas de suministro. Se estima que para el próximo año (2020) habrá 50 mil millones de dispositivos conectados a Internet, un billón de sensores conectados y trasmitiendo información a la nube, y 44 billones de gigabytes generados. En este contexto, se espera alcanzar niveles de visibilidad inéditos en las cadenas de suministro, donde materiales, productos y objetos inteligentes serán utilizados para monitorear los procesos en tiempo real y tomar decisiones más efectivas e, inclusive, autónomas por parte de sistemas de inteligencia artificial. Tales serán las características de la “Cadena de Suministro 4.0”.
En el futuro, la utilización de sensores (IoT) en insumos y materiales permitirá una gestión de inventario más precisa y efectiva, así como la mejora de la trazabilidad y el monitoreo de la calidad de los productos a lo largo de toda la cadena, reduciendo las pérdidas en tránsito, especialmente de productos perecederos. La utilización de sensores en maquinarias podrá reportar niveles de utilización, indicar necesidades de mantenimiento y anticipar fallas, incrementado así la productividad de los equipos. El Big Data producido por IoT, junto con la inteligencia artificial, incrementarán la eficacia de los modelos de predicción de demanda, en un contexto de alta volatilidad y customización de productos según las preferencias del consumidor. Las compañías que han comenzado esta transición han evidenciado beneficios de hasta 30% en reducción de inventario, mejoras en cumplimiento de órdenes de hasta 7%, e incremento de ganancias en hasta 15%. Adicionalmente, se espera que, para el año 2025, una mayor adopción de estas tecnologías en las operaciones de cadenas de suministro genere ahorros por US$ 7 billones a nivel global.
Con particular referencia al sector transporte, se espera que las nuevas tecnologías digitales fortalezcan la conectividad física y, con ello, minimicen los riesgos de disrupción y reduzcan los costos en el flujo de materiales y productos a lo largo de las cadenas de suministro.
Por ejemplo, diferentes empresas están testeando la utilización de vehículos aéreos no tripulados -o drones- para expandir los canales de distribución y el acceso a mercados en áreas donde la conectividad física es difícil, debido a congestionamiento o falta de infraestructura adecuada, así como en situaciones de desastres naturales. El número de robots en los almacenes está creciendo, a la par que la velocidad en la preparación de órdenes y la mejora en el control de inventario. Inteligencia artificial, IoT y tecnologías autónomas están siendo testeadas e incorporadas en activos logísticos -por ejemplo, en camiones y buques-, con el fin de mejorar la confiabilidad y la eficiencia de los servicios logísticos. Operadores de infraestructura líderes en el mundo están desplegando sensores y plataformas en la nube para acelerar la coordinación con usuarios y con sus entornos geográficos. Compañías de distribución y de comercio mayorista y minorista están invirtiendo en la implementación de IoT e inteligencia artificial para realizar envíos anticipados y satisfacer a consumidores que quieren disponer de sus compras cada vez más rápido, en el lugar que desean y con entregas a costo cero. Finalmente, el uso de plataformas colectivas promete mejorar la utilización de los activos logísticos permitiendo, por ejemplo, optimizar espacios en camiones y contenedores, y transparentar precios y costos.
A pesar de los beneficios que las nuevas tecnologías digitales pueden traer para las cadenas de suministro, y de los avances que se están realizando en los países más avanzados, el reciente estudio para América Latina y el Caribe (ALC) realizado conjuntamente por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Foro Económico Mundial ha evidenciado que: (i) la concientización en los sectores privado y público de la región acerca de estas tecnologías, de sus ventajas y de la imperiosa necesidad de comenzar la transición hacia la 4ta Revolución Industrial es baja; y (ii) aun cuando tienen conocimiento sobre las tecnologías, su desarrollo y adopción es muy incipiente.
Mientras que en los países avanzados son las empresas multinacionales (MNCs, por sus siglas en inglés) quienes están liderando la transición hacia las Cadenas de Suministro 4.0, el “efecto tracción” de sus subsidiarias en ALC es menor, debido a que la complejidad del clima de negocios, la falta de capital humano especializado y la menor disponibilidad de tecnología en la región desincentivan la inversión tecnológica. Asimismo, se evidencia el surgimiento de una economía a dos velocidades con, por un lado, un número reducido de subsidiarias de MNCs y sus proveedores que poseen cierto grado de avance tecnológico y, por otro, una mayoría de pequeñas y medianas empresas (PyMEs) con escasos recursos de gestión y financieros para incorporarse a la transformación digital. Unido al déficit de despliegue y acceso a banda ancha, el bajo grado de digitalización de las empresas proveedoras de servicios de transporte, de los operadores de infraestructura y de los organismos de control constituye una grave barrera para la transición hacia las cadenas de suministro del futuro.
En este contexto, el sector público puede ser un catalizador de la transformación. De la revisión de buenas prácticas internacionales, se destacan la necesidad de implementar políticas públicas integrales para cadenas de suministro, abarcando a sus diferentes componentes sectoriales (por ej., agricultura, industria, transporte, comercio e innovación); apoyar a las PyMEs mediante programas específicos (incluyendo a las empresas de transporte); incluir a la transformación digital como pilar clave en los planes de desarrollo e inversión nacionales y sectoriales (por ej. en los planes de infraestructura y de comercio exterior); fomentar la actualización de las habilidades del mercado de trabajo; y establecer marcos regulatorios que promuevan la inversión del sector privado en las nuevas tecnologías digitales, al tiempo que mitiguen los riesgos para la economía y la sociedad (por ej. en relación a vehículos autónomos e interoperabilidad de sistemas); entre otros.
En todas estas actividades, el BID es un socio importante, acompañando a los países de la región a fin de incentivar la adopción de buenas prácticas internacionales, la generación y el intercambio de conocimiento, y el diseño de políticas y regulaciones que abran el camino hacia Cadenas de Suministro 4.0. La Semana de Transporte que se desarrollará en Bogotá, Colombia, los días 12 y 13 de febrero de 2019 es un ejemplo en este sentido. Los objetivos de este primer e inédito evento en la región sobre la temática son debatir sobre cómo será el futuro de las cadenas de suministro, la logística y el transporte en la región hacia 2030; conocer las mejores prácticas internacionales en materia de Industria 4.0, logística de última milla, y smart logisticsy diseñar una hoja de ruta de colaboración público-privada para aprovechar los beneficios y mitigar los riesgos de la disrupción tecnológica. El evento reunirá a representantes de los sectores público (Ministerios de Transporte, Planeación, Industria y Comercio, Bancos de Desarrollo), privado y academia de la región, miembros de organismos internacionales y representantes del BID, para lograr un valioso intercambio de conocimiento, experiencias y lecciones aprendidas.
Originalmente publicado en blogs.iadb.org